JULIO COTLER
Investigador del Instituto de Estudios Peruanos
La independencia de María Rostorowski en su vida personal se hizo también evidente en su trabajo intelectual, explorando nuevos temas y colaborando con diversos especialistas para ofrecer interpretaciones originales de la historia de los Andes, sin temor a criticar viejos mitos.
La invalorable contribución de Maria a las ciencias sociales se realizó cultivando la alegría de su espíritu juvenil, animándonos en el Instituto de Estudios Peruanos a seguir su ejemplo de trabajo, pero también de amistad y de camaradería, y con una buena copa de pisco, mucho mejor.
A pesar de la diferencia de edades, los estudiantes la buscaban con frecuencia, lo que le daba una enorme satisfacción porque tenía la certeza que, entre ellos, se encontraban los que ayudarían a conocer, cada vez más y mejor, la formación histórica del país, de sus problemas y de sus posibilidades. Por esto, la participación de María ha contribuido a marcar la seña de identidad del Instituto de Estudios Peruanos.
RICARDO CUENCA
Director General del Instituto de Estudios Peruanos
Todavía recuerdo la respuesta de María ante mi impertinente pregunta de cómo abordar la formación de amautas en el incario. Tajante y cálida, me responde: “De ninguna manera. Sin sistema educativo no existió sistema de formación.” Y paso a comentarme sobre el doctor Gregorio Gonzales de Cuenca, oidor de la Audiencia de Lima.
María en su afán por ofrecer explicaciones a muchos problemas no resueltos por la historiografía peruana, devino en pieza clave para las reformas en educación. Cambiar el rumbo de lo aprendido, retar al sólido imaginario educativo sobre el incario, colocar nuevos personajes, más normales que heroicos, en las aulas son acciones de reforma educativa
CÉSAR RODRÍGUEZ
Presidente del Seminar on the Acquisition of Latin American Library Materials (SALALM) XLV
Es un placer y un gran honor tener la oportunidad de contribuir al homenaje del centenario de la vida de María Rostworowski, sin duda reconocida como la más importante y eminente historiadora e investigadora de la etnohistoria andina.
Lamentablemente, solo tuve una memorable ocasión de conocer a doña María. Tuve la suerte de conocerla en el año 2000 durante mi presidencia de la organización de bibliotecarios y libreros llamada, Seminar on the Acquisition of Latin American Library Materials (SALALM). Ese año el tema y título de nuestra conferencia anual era "Estudios andinos: nuevas tendencias y recursos bibliotecarios". SALALM tiene la costumbre de invitar a una persona que es especialista en el tema como orador principal, y un amigo y miembro de la organización nos dio la excelente sugerencia de invitar a María Rostworowski.
La obra de doña María sobre la etnohistoria andina es inmensa y muy respetada y estábamos seguros que ella iba ser la perfecta candidata para abrir nuestra conferencia. Por medio de este amigo, extendimos una invitación a doña María para que sea nuestra oradora principal de la conferencia. Tuvimos la gran fortuna que doña María generosamente acepto nuestra invitación e hizo el largo viaje a la ciudad de Los Ángeles en los Estados Unidos. El título de su presentación fue “Visión general sobre el Incario”, un excelente resumen general sobre los Incas y su cultura. Como ya se pueden imaginar, la ponencia fue una perfecta introducción a una conferencia dedicada al estudio y conocimiento del mundo andino. Naturalmente, la presentación fue muy bien recibida pero también todos nos quedamos encantados con doña María, su admirable presencia y buen humor.
Como presidente de SALALM yo quede muy agradecido a doña María por su participación. La conferencia fue un éxito y estoy seguro que esto se lo debemos a María Rostworowski.
FRANK SALOMON
Antropólogo, University of Wisconsin
En 1970, John V. Murra con sus ojos iluminados por la encendida admiración que sentía, nos habló de su amiga María Rostworowski: "Esta señora polaca y aristócrata se emancipó de una vida aburrida investigando, e investigando pudo traer a luz lo que los expertos habían juzgado como perdido para la ciencia". Murra nos asignó la lectura de Curacas y Sucesiones (1961) y Pesos y medidas (1960). Estas obras nos hicieron ver que las fuentes canónicas no constituyen sino la capa superficial de un archivo mucho más profundo, más detallado y variado, con alcances bastante más allá del incario. Nos impresionó el acto de justicia de María Rostworowski al sacar del olvido a una multitud de personas, linajes y culturas. Simplemente escuchar sus nombres - Xecfuinpisan, Eduptángar, Lllontop - fue una delicia. Durante cinco décadas María siguió deslumbrando e inspirándonos con sus continuas novedades de investigación en el campo como en el archivo. En fin, apreciamos hoy a una antropóloga histórica sin par.
Gracias, María.
NOBLE DAVID COOK
Historiador, Florida International University
Hace casi medio siglo cuando conocí a Maria. Fue durante mis investigaciones doctorales cuando fui a su despacho por recomendación de varios especialistas. Ya su obra fue bien conocida, y cada año después publicó los resultados de sus descubrimientos fundamentales en varias disciplinas – historia, etnohistoria, antropología, arqueología, y más. Ella, muy amable, me recibió como a cualquier otro interesado en el pasado andino, y libremente me dio consejos sobre las dificultades y posibilidades de encontrar documentación sobre la población indígena. He enviado en años siguientes mis alumnos a consultar con ella sobre sus temas de investigación. Maria siempre compartió con ellos su tiempo y conocimientos. Varios años yo y mi esposa, Alexandra Parma Cook, hemos compartido con Maria y otros en Lima o Sevilla tertulias, almuerzos o cenas y hemos disfrutado las conversaciones animadas sobre cualquier asunto. Las amistades duran para siempre!
Abrazos fuertes, David
DAVID BLOCK
Historiador, The Latin American Network Information Center (LANIC), University of Texas
Es un honor inesperado ofrecer algunas palabras en homenaje a los 100 años de vida de María Rostworowski. No pretendo hacer una semblanza; a los que desean leer detalles biográficos, recomiendo la entrevista editada por Rafael Varón al principio del monumental tomo, Arqueología, antropología e historia en los Andes publicado a fines de los años noventa. Me limito a comentar dos anécdotas que captan, en forma abreviada, algo de la obra y la persona de nuestra homenajeada.
Hace ya casi medio siglo edité mi primer estudio del primer curso pos grado sobre los Pacajas del altiplano andino central. En el trabajo de archivo encontré una rica colección de documentos sueltos que iluminaban el tema de las contribuciones en el siglo diecisiete. La mayoría de estos tributos se pagaba con productos naturales (como papas, chuño, huevos y hasta aves), así como con tejidos conformados por prendas y paños de awaska. Aunque los productos fueron claramente identificados, sus cantidades se apuntaron en medidas andinas, imposibles de entender para nosotros. En este problema, encontré al azar el librito, Pesos y medidas en el Perú pre-hispánico que me ofreció un léxico completo. En aquel entonces, no me sonó el nombre “María Rostworowski”, pero sentí como si esa obra hubiese sido editada especialmente para mí.
Años después, gracias a los buenos oficios de un amigo, gocé de una tertulia en el departamento de doña María. No conocía a ninguno de los invitados y de prisa busqué el amparo en un rincón del comedor. Al poco rato fue a mi rescate Cecilia Blondet. “María me mandó”, dijo, “soy tu paquete”.
MARGARITA GUERRA
Historiadora, Pontificia Universidad Católica del Perú
María Rostworowski: Es una mujer especial, de una gran vitalidad. Si bien por nuestras aficiones no hemos sido muy cercanas como investigadoras, ella dedicada a nuestro pasado más antiguo y yo al más reciente, nos unió nuestra común preocupación por el Perú, su sociedad y sus problemas. Es una persona que uno siente muy cercana, inspira y da afecto, acoge.
El homenaje que le brinda el IEP, que fue su segundo hogar, recoge el sentir de la intelectualidad que reconoce sus cien años muy productivos para la vida nacional.
VIRGINIA GARCÍA
Jefa de Biblioteca del Instituto de Estudios Peruanos
Conocí a la doctora María cuando empecé a trabajar en el IEP. Me causaba curiosidad verla entrar diariamente alrededor de las 9am. con su cartera, algunos papeles y un plátano de seda en la mano. A las 10am bajaba a la cafetería para tomar una taza de té verde (que le traían constantemente investigadores de Japón, como el profesor Shigeo Osonoi) y conversar con los investigadores sobre las noticias del día, así como para leer algunos diarios. Le gustaba conversar con todos y preguntar sobre el estado de sus familias, luego regresaba a su oficina y alrededor de las 12.30 se iba manejando a su casa.
Luego con sus visitas a la biblioteca, las conversaciones con ella se hicieron cada vez más frecuentes. Un día me invitó a su casa para que le diera mi opinión sobre cómo ordenar sus libros. A lo largo de estas visitas, me contaba diferentes historias sobre sus libros, y le alegraba mucho cada vez que encontrábamos una foto dentro de algún libro. Durante todo este tiempo me di cuenta de su alta sensibilidad humana. Todas mis conversaciones con ella no fueron sólo sobre sus investigaciones, sino sobre su vida y costumbres, dándome siempre consejos de cómo una mujer debía salir adelante.
Algunos años después su colección fue procesada gracias a un proyecto con Harvard University. Su colección fue donada al IEP y hoy la biblioteca lleva su nombre.
Cuando tuvo una caída en Máncora y se rompió el brazo, con gran pena dejó de venir al instituto. Muchas veces me llamaba para que fuera a conversar con ella, y me contaba muchas historias de su vida, y lo mucho que extrañaba su segunda casa, que era el IEP.
CAROLINA DE BELAÚNDE
Historiadora, Investigadora del Instituto de Estudios Peruanos
Conocí a la doctora María en la universidad a partir de sus libros. Siendo estudiante de primer año leí Estructuras andinas de poder: “Todas las divinidades tenían la particularidad de ser duales, con caracteres opuestos y complementarios (…). En el uso del poder, el hábito andino era también dual con un curaca para la mitad de Hanan y otro para la mitad de Hurin”. Casi 20 años después, aún recuerdo el impacto y la curiosidad que me causaron estas y otras ideas de los libros de María. La historia andina era distinta de la que había aprendido en la escuela. Se dejaban atrás la larga y tediosa lista de incas, la idea de un Dios único, la bastardía y la primogenitura en la toma del cargo, por ejemplo.
Años más tarde, llegué a trabajar al IEP. En los pasillos nos acostumbramos a escuchar tu imparable máquina de escribir. Allí te encontré, cálida, dispuesta a escuchar diversas consultas y dudas, interesada en promover la investigación en los jóvenes, más aún si son mujeres. A media mañana, te encontramos en la cafetería, tomando té y leyendo el periódico, comentando las noticias, vinculándolas a veces al pasado, tú siempre crítica con la realidad nacional. Siempre contenta también de trabajar en el lugar que ayudaste a fundar y que consideras un espacio privilegiado para pensar el Perú. Y nosotros desde allí, contentos de que podamos celebrar tus 100 años.
DENISE POZZI-ESCOT
Directora Museo de Pachacamac – Ministerio de Cultura.
Conocí a María desde mi época de estudiante en la Universidad de San Marcos gracias a mi tía Inés Pozzi-Escot, quien era docente en ella. Sus textos sobre los señoríos de Lima y Canta y la Costa Peruana Prehispánica eran lecturas obligatorias en aquella década de 1970, como lo siguen siendo hoy. Cuando comencé a trabajar en el sitio Wari de Conchopata, en Ayacucho, a inicios de los 80, tuve la oportunidad de excavar un contexto de alfareros y, por supuesto, fui a contárselo a María, y ella me recomendó conversar con su sobrina Lupe Camino, que en esos años trabajaba con los alfareros de Simbilá en Piura, para intercambiar información que me ayudara a entender a los alfareros Wari.
Años después, al asumir la dirección del museo de sitio de Pachacamac en el 2008 por encargo de Cecilia Bakula, en aquel entonces Directora Nacional del Instituto Nacional de Cultura, pensé inmediatamente en Maria, quien había dedicado gran parte de su vida a revisar los documentos coloniales sobre la costa peruana. Con la ayuda de Rafael Varón, recibimos la visita de María en Pachacamac y recorrimos una mañana los edificios y las calles del famoso oráculo prehispánico. A María siempre le interesó el Templo Pintado, el edificio que supuestamente albergó a uno de los ídolos de Pachacamac, destruidos por los españoles y, a pesar de que éramos muy pocas personas trabajando en ese momento en el sitio, asumimos el reto de desarrollar uno de nuestros proyectos emblemáticos “Investigación y Conservación del Templo Pintado” a cargo de Gianella Pacheco . María hacía referencia, que según las crónicas, habían varios “ídolos” dentro del área ceremonial; hoy su hipótesis parece encontrar asidero pues hemos encontrado dos bases de madera ubicadas en el acceso a la Sala Central junto a unas ofrendas, que nos hacen pensar que al ingreso de este importante recinto estuvieron otras ídolos.
En el 2009 iniciamos con Katiusha Bernuy las investigaciones en la calle Norte-Sur y le comenté a María de nuestros hallazgos porque ella siempre tuvo tiempo para escucharnos y alentarnos a continuar con nuestros trabajos, orientándonos y describiendo la importancia de algunas investigaciones sobre el tema.
Uno de los trabajos importantes realizados por Maria Rostworowski es la relación de Pachacamac –el que mueve al mundo- con el culto al Señor de los Milagros o Cristo de Pachacamilla; ambos muestran el temor a una fuerza capaz de destruir el mundo con el simple movimiento de su cabeza. Es gracias a ella que esta importante deidad ha podido ser considerada un tema actual, colocándola en la agenda académica, y demostrando su importancia a lo largo de la ocupación del santuario de Pachacamac, por más de un milenio.
El nuevo Museo de sitio de Pachacamac, tiene dedicado un espacio a los investigadores que más han aportado al estudio del santuario arqueológico de Pachacamac, donde María Rostworowski tiene un lugar importante, junto a Uhle, Tello y Jimenez Borja, reconociendo así su enorme aporte al conocimiento de las culturas prehispánicas de nuestro país.